Hay que decir que hoy en
día existen pocos datos o no existe mucha información sobre discriminación
racial porque, tanto histórica como institucionalmente México, ha negado el
racismo.
Un velo de discriminación se
extiende desde los rincones más públicos hasta los más íntimos y lo cubre todo.
La oportunidad de estudiar y tener un empleo digno. Ser condenado por un crimen
que no cometiste o ser sometida a tratamientos anticonceptivos contra tu
voluntad. La entrada a un bar, un restaurante o un centro comercial. Los
noticieros de todas las cadenas, los bombardeos de publicidad aspiracional y
las telenovelas que se exportan a decenas de países con protagonistas rubios,
héroes blancos y villanos “prietos”. Se dice
que "hay que mejorar la raza" al buscar pareja, que "se ha
trabajado como negro" cuando vuelves a casa, o también cunado se le pide a
una persona que "no seas indio". La lista de frases y dichos racistas
es interminable, pero en el fondo hay un hecho ineludible: el estigma de ser
llamado "indio" o "negro" aún marca la vida de las
personas, lo que pueden reclamar y hasta dónde se les permite llegar1.
La desigualdad no sólo se expresa en la distribución del ingreso, sino
también en la de riqueza y acceso a otros bienes y servicios, como la
educación, la salud y la vivienda, así como en el ejercicio efectivo de los derechos
civiles, políticos y sociales.
Las estadísticas son claras: En las tres
dimensiones, la condición de hablar una lengua indígena, identificarse dentro
de una comunidad indígena, negra o mulata, o incluso el tener color de piel más
oscuro resultan en probabilidades menores de avanzar en el sistema educativo,
progresar en el ámbito laboral o pasar a la parte más alta de la distribución
de la riqueza.
Y dentro de esta plétora de discriminación,
ser mujer indígena es la que genera una marea en contra más fuerte.
La desigualdad de oportunidades, así como la
desigualdad de ingreso, de riqueza, de género y la motivada por características
étnico-raciales son resultado de decisiones de políticas públicas y pueden ser
revertidas con las políticas adecuadas.
En una sociedad con una historia multisecular
de discriminación hacia los pueblos indígenas, y en la que prevalecen prácticas
de maltrato hacia estos pueblos, así como hacia quienes no pertenecen a pueblos
indígenas pero tienen rasgos físicos socialmente vinculados a ellos o a otros
grupos étnicos discriminados (como los afrodescendientes), es pertinente
analizar el papel que juegan estas características adscriptivas en la
desigualdad de oportunidades.
Comentarios
Publicar un comentario