Gracias al análisis de los dados del Módulo de
Movilidad Social Intergeneracional (MMSI) 2016, INEGI recuperados de Por mi raza hablará la desigualdad, Oxfam. Se pudo obtener la
siguiente información en materia
educativa, lo anterior según las características étnico-raciales.
El grupo con mayores ventajas es el de mestizos y blancos, con
25.5% de personas que logran estudios superiores. Las personas negras o mulatas
únicamente llegan a la educación superior en 12.4% de los casos, y las
indígenas en 8.5%
El 21.4% de las personas con tonos de pieles oscuros no logró terminar
la escuela primaria, frente al 14.7 % de la población total. Además, solo el
11.7% de las personas con tono de piel oscuro cuenta con educación superior.
La probabilidad de ingresar a los estudios superiores para las
personas de tonos de piel oscuros es un 23% menor para los hombres y 50 % menor
para las mujeres, en comparación con sus contrapartes de tonos claros.
Apenas el 2.7% de las personas con orígenes socioeconómicos
familiares de mayor desventaja tuvo la oportunidad de realizar estudios
superiores, mientras que aquellos en el cuartil de mayores privilegios contaron
con acceso a estudios superiores en un 53.5% de los casos.
El conapred lleva
un registro minucioso de los talleres, cursos y campañas que se desarrolla y
ofrece en las escuelas con los maestros, los padres de familia y las
comunidades escolares en su conjunto.6 Asimismo, ha buscado intervenir
directamente en ámbitos de la Secretaría de Educación Pública para vigilar los
contenidos educativos, trabajando particular y estrechamente con la
Coordinación General de Educación Intercultural Bilingüe (cgeib). El asunto de la educación
intercultural, que desde 2001 se promueve en la educación vía la cgeib, ha
atraído el tema de la discriminación racial y el racismo desde los ámbitos
educativos. La incorporación de contenidos para fortalecer la educación de
la ciudadanía también ha contribuido a introducir ciertos objetivos que abordan
el racismo en la educación. Con todo, vale la pena reiterar que en este contexto
la preocupación de la escuela por la temática se centra básicamente en los
prejuicios, en la prevención y la eliminación de la discriminación, y no en
cuestionar al racismo de una manera real y profunda.
Con respecto a los estudios del racismo en la
educación en México, el paisaje comienza a ser variado. Hay algunos trabajos
que se limitan a señalar su existencia en la formación educativa en general,
aunque no lo exploran de manera sistemática (Latapí, 2001).
Existen otros, en cambio, que han revisado y analizado cuidadosamente los
libros de texto para identificar los contenidos racistas o que pueden serlo en
forma menos directa o sutil (Molina Ludy, 1995). De
la misma manera, hay constancia de investigaciones que han demostrado interés
en explorar cómo se nutre y se configura el pensamiento racista entre los
profesionales de la educación básica de México (Aguilar
Nery, 2012).
También se pueden identificar estudios que apreciaron la subsistencia del
racismo en los contenidos y prácticas de la educación indígena, que por cierto
fue declarada “intercultural” a finales del siglo XX y desde la primera década
del siglo XXI cuenta con cuadernos de trabajo y materiales calificados como
interculturales y enfocados aparentemente en la eliminación del racismo en
contra de los pueblos originarios, las principales víctimas de este fenómeno
desde la conquista española hasta el presente (Gnade, 2008). Hay, de
igual forma, trabajos que exploran las dimensiones institucionales del fenómeno
y su inevitable influencia en las aulas y en los procesos educativos
escolarizados, como ocurre en particular con la educación indígena (Baronnet,
2013). Asimismo existen estudios, como el de Daniel Hernández
Rosete (en prensa) que describen y analizan las prácticas
racistas dentro de las aulas, en el conjunto de las áreas que comprende el
perímetro interno de los recintos escolares, e incluso en los espacios
extraescolares en los cuales realizan su vida algunos de los menores y sus
familias, que en la escuela son víctimas reconocidas de la discriminación racial.
Finalmente, hay registro de trabajos a propósito del bullying que sucede en las escuelas primarias y
secundarias (Ramos
Espinoza, 2010), y
sobre los reclamos de inclusión en la educación media y superior (Barrón
Pastor, 2008; Velasco,
2012) que han documentado,
directa o tangencialmente, el fenómeno racista más allá de la educación básica1.
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