Gracias al análisis de los dados del Módulo de
Movilidad Social Intergeneracional (MMSI) 2016, INEGI recuperados de Por mi raza hablará la desigualdad, Oxfam. Se pudo obtener la
siguiente información ocupacional según
las características étnico-raciales.
El
25.7% de las personas mestizas y blancas alcanzó ocupaciones como empleadoras o
en la clase de
servicios, frente al 10.4% de las personas indígenas y 13.4% de las personas
negras y mulatas.
La
probabilidad estimada de alcanzar las posiciones de mayor
jerarquía (trabajos de servicios y empleadores) es un 38% menor para
hombres hablantes de lenguas indígenas y un 68% menor para mujeres hablantes de
lenguas indígenas.
Por
otro lado, la probabilidad de alcanzar posiciones de menor jerarquía
(trabajos manuales de baja calificación) es un 140% mayor para hombres
hablantes de lenguas indígenas y 110% menor para mujeres hablantes de lenguas
indígenas.
Arceo
y Campos Vázquez (2014) encuentran que el tono de piel marca una diferencia al momento
de conseguir empleo, dado que quienes tienen rasgos físicos indígenas tienden a
ser menos aceptados por las empresas que quienes tienen aspecto blanco. Pero
este efecto se observa para las mujeres y no para los varones, lo cual sugiere
que la discriminación cromática solo se hace efectiva cuando se combina con el
género como eje adicional de desigualdad.
De la población morena en el
país, siete de cada diez personas morenas ocupan el escalón más bajo en su
lugar de trabajo para la que trabaja1.
Un ejemplo de cómo el racismo
limita el acceso a oportunidades laborales se da en los anuncios que ofrecen
empleo. Es común ver como requisito “buena presentación”, pero hay empleadores
que sin usar el eufemismo solicitan abiertamente “tez blanca”. La empresa Sagy
Advice Consulting, pidió para las tiendas departamentales El Palacio de Hierro
y Liverpool vendedores de “tez morena clara – blanca”.
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